Ofelia y José

Monday, June 18, 2012

Familia de Ofelia Romero Vela


Los hermanos de Ofelia Romero Vela fueron Pascual, Pastora, Juan (Juanito), Román, Celia y Clelia. Los medios hermanos de Ofelia fueron Luis, y Nicolás. Estos últimos llevaban el apellido Romero Castañeda y se dice que eran dueños de unas ferreterias. Acerca de Pascual hay testimonio que indica que este era sastre y peluquero y que tuvo una larga lista de hijos que incluían a: Marleny, Laurence, Orlando, Nelson, Pascual, y Pedro. De Juanito se dice no tuvo hijos. Pastora por otra parte fue madre de Gustavo y Mario Romero. Se habla de la señora Aminta Morales dueña del Hotel Antioquia en Génova Quindío como sobrina de Ofelia.  

Travesía Histórica de los García por la Guerra de los Mil Días y La Violencia



Datos Biográficos y el Ideario Liberal

José nació el 29 de mayo de 1889 en la municipalidad de Tocaima, Cundinamarca, como hijo de Natividad García y Lino Rodríguez. Se cree que el Señor Lino provenía originalmente de Antioquia mientras que Natividad era del lugar. Desde muy temprana edad José fue muy independiente. A los 6 años de edad José ya era un hábil pescador y un nadador diestro.  El llevó para siempre el apellido materno, ya que al parecer Lino tardó en reconocerlo al igual que a sus hermanos Mauricio, Pablo y María Luisa.  Para ese entonces el contexto político era de dominio eminentemente conservador, ya que Carlos Holguín  y Miguel Antonio Caro habían sido presidentes por la época temprana de José. Este por su parte, según el testimonio de Arnulfo García, se declaró desde muy temprano como un liberal acérrimo y anticlerical por naturaleza. Hay que recordar que para 1850-1853 ya había habido en la Nueva Granada un golpe fuerte al catolicismo a manos del ideario liberal. De acuerdo a Cortés, (2003) en La Expulsión de los Jesuitas de la Nueva Granada como clave de Lectura del Ideario Liberal Colombiano de Mediados del Siglo XIX se explica cómo este ideario liberal intentaba romper con el pasado colonial, buscar el progreso y la civilización, la educación neutra en materia religiosa, y la separación del estado con la Iglesia Católica. Fue José Hilario López quien tuvo a cuentas por un lado la expulsión de los jesuitas del país, y la abolición de la esclavitud. Dentro de este contexto de divergencia religiosa y política es que los abuelos y padres de José se levantaron. En otras palabras, si es que cabe recordar la historia, ya para entonces había quien se atreviese a no rendir pleitesía a la curia. Ser liberal para la época y cuestionar la autoridad de la iglesia en esta parte del hemisferio era ser progresista.   Ya que como es público y como otros historiadores como Palacios y Safford comentaban, los jesuitas eran el instrumento político del partido conservador.  

La Guerra de los Mil Días
Dentro de los muchos temas en los que me envolví con mi abuelo José, el de la Guerra de los Mil Días era una de los más vívidos. Esta guerra civil que envolvió a liberales y a conservadores entre 1899 y 1902 estaba centrada en una disputa ideológica entre el federalismo y el centralismo basados en las constituciones de 1886 y 1863.  Alejandro García escucho a su padre José comentar que la guerra dio origen a sus nueve años de edad y que su padre Lino fue reclutado por las tropas revolucionarias (liberales) cuando este cortaba unos leños en los alrededores de Tocaima.
Arnulfo García comentó que en los albores de 1920 un viejo amigo invitó a misa a José. Este que aunque no comulgaba con la curia, decidió aceptar la propuesta. Por coincidencia el cura de turno en su homilía hablaba de política y decía: “ningún liberal será salvo… Los liberales están hirviendo en vida en el infierno”.  José prometió en su corazón nunca más entrar a misa y no tener relación alguna con los curas. 


Los García Llegan a la Vereda la Yucala en Ortega, Tolima


Inicialmente los abuelos José y Ofelia se conocieron en la década de los 30’s en Apulo, Cundinamarca. En ese lugar José se dedicaba al mayoreo del maíz con sus hermanos Pedro, Mauricio, y María Luisa. Desde este pueblo en el centro del país comercializaban el maíz hacia Bogotá en la antigua plaza de San Victorino.  Se cuenta que para la época José y sus hermanos vestían con traje de dril, corbata, alpargatas de fique y pantaloncillos largos que amarraban al dedo gordo del pie. El negocio de José al parecer próspero, lo llevó con su hijo Arnulfo y su esposa al municipio de Génova, Caldas (hoy Quindío). Allí los negocios prosperaron y José compró una finca que él bautizó como “la Yerbabuena.” Además Los García compraron una casa gigantesca en el centro de Génova donde nacieron Franci, Rosalba y Delfa.  Con espíritu aventurero y con deseos de cultivar la tierra, José emprendió viaje hacia Planadas, Tolima con su patrimonio de $1,900. Por aquel entonces no había carretera hacia el lugar, y la jornada era escabrosa y difícil considerando los hijos y el poco trasteo. Al ver que el lugar era inhóspito y lejano decidieron regresarse en valsa a través del rio Atá.  Lo curioso del caso es que la valsa se volteó mandando a toda la familia a nadar por los remolinos del rio. Antes de que el abuelo pusiera a salvo la familia se dio cuenta de que sus pantalones con los $1,900 iban rio abajo. Así que en ese momento José sacó sus dotes de nadador y mucho más adelante encontró sus pantalones y los billetes de $50 y de a $100 mojados en el bolsillo. Ese evento fue toda una aventura épica. La travesía incluyó Chaparral, Florencia-Caquetá y  Garzón-Huila donde finalmente compró una finca. En ese lugar la familia vivió alrededor de dos años. Pero José no estaba conforme. Así que José y Ofelia llegaron al municipio de Coello, Tolima en búsqueda de la “tierra en donde fluía leche y miel.” Allí el Sr. Pascual Romero (hermano de Ofelia), los llevó a trabajar a la finca de su tía Pastora. En ese lugar nació Alejandro. El abuelo José con el deseo de invertir su dinero y de poder sostener su familia se mudó cerca de su hermana Maria Luisa en Tocaima. Allí José montó una bodega o tienda la cual quebró en tres meses de operación. De acuerdo al testimonio de Arnulfo, José se había caracterizado por ser un excelente negociante pero en esa oportunidad las cosas fueron diferentes. Frustrado, José decidió reencontrarse con su viejo amigos Claudina Orjuela y Francisco Leal apodado "Pacho Marta" en la zona de Balcones municipio de Ortega, Tolima. Ellos administraban la finca conocida como "La Dalia". Supuestamente por esa zona se vendían tierras buenas para el cultivo. Pues fue allí donde José encontró la finca en donde posteriormente nació Adela y Gonzalo. La finca fue llamada “La Aurora” y estaba localizada en el municipio de Ortega, Tolima; junto a la quebrada la Yucala. José y su familia llegaron a la zona a finales de los 40s. En las empinadas laderas de la zona, con pocas lluvias, ellos cultivaron plátano, yuca y maíz. Con el propósito de abastecer las necesidades de la familia, José y sus hijos llevaban los productos a la carretera principal que comunicaba a Rovira con San Pedro, Tolima. La situación para ellos era difícil, el acceso a las escuelas era limitado y el futuro para los García se veía aún más complejo especialmente cuando en el 9 de abril de 1948  fuera asesinado Jorge Eliezer Gaitán e iniciando así el Bogotazo y una confrontación civil que cambió la vida de los colombianos.  


La Violencia en la Zona

Cada vez que pienso en el cómo el evangelio eterno llegó al seno de nuestra familia, me sorprendo por tan evidentes providencias del eterno. Todo se remonta a la finca La Aurora, en la vereda La Yucala, parte del municipio de Ortega en el departamento del Tolima. Según testimonio de Alejandro García la búsqueda benigna del Señor se hace más incuestionable alrededor del año 1952. El país estaba al final de una confrontación política conocida como La Violencia.  Como podrán leer más adelante fue en el departamento del Tolima donde los eventos más macabros ocurrieron dejando un lastre de cambios dramáticos, que por ende, cambiaron la historia de cientos de familias que fueron desplazadas y peor aún divididas por la muerte. La familia García estaba compuesta por José Cirilo García Rodríguez, Ofelia Romero Vela, y sus hijos en orden de nacimiento: Rosalba, Franci, Arnulfo, Delfa, Alejandro, Adela y Gonzalo. La familia García se dedicaba a las labores del campo, mayormente se sostenía del cultivo del plátano que posteriormente se bajaba a lomo de mula a La Reforma. Este lugar inhóspito en medio de la cordillera central, contaba con pocas chozas y servía como puerto intermunicipal entre Playarica y Rovira-Tolima. Allí los campesinos se congregaban a tomar refresco, a intercambiar productos o esperar la flota que los llevaría en su mayoría a Ibagué. La reforma y Rovira durante La Violencia, fueron escenario de asesinatos a machete y fusilamientos. Esto de acuerdo al testimonio de Alejandro García quien asegura que en el caserío El Totumo, la gente que venía en los buses era interrogada acerca de su preferencia política. Los chulavitas obligaban a los pasajeros a gritar so pena de aprisionamiento ¡Viva el partido conservador! Los campesinos que avisaran temor o se reusaran eran detenidos. Posteriormente como se especulaba entre la gente, en horas de la madrugada, los retenidos eran fusilados en el puente sobre el rio Coello, donde posteriormente caían y desaparecían. Los García por ser liberales, y cabe decir, pacíficos, fueron amenazados de muerte y obligados al desplazamiento.

Llega la Palabra de Dios al Seno de la Familia

Tiempo antes de dicho exilio, los García fueron visitados por un sexagenario aserrador conocido como Pedro Ávila. Este hombre laborioso iba de paso hacia el filo de la cordillera a trabajar en unos aserríos de la zona. Según dijo, su compañero iba ya adelante y su propósito era el de alcanzarlo. Ávila solicitó hospedaje y se quedó por tres días en la humilde choza de bareque de Don José García en la finca la Aurora. El forastero le pidió a Ofelia que le guardara una mochila tejida de cabuya para no cargarla hacia la sierra y que cuando el viniese de regreso la recogería. Pedro Ávila nunca regresó. Se sospechaba entre la familia que tal vez el forastero era una víctima más de la violencia. Mis abuelos habían dejado la mochila colgada en una horqueta de uno de los pilares de madera de la vivienda. Respetuosamente aún desconociendo el contenido, José y Ofelia guardaban la mochila mientras esperaban el descenso de Pedro. Pasados dos años acompañados de un ambiente tenso en la zona que incluían amenazas y desdenes  por parte  de algunos vecinos, los García decidieron abrir la mochila. Lo que encontraron en ella es prácticamente el motivo por el cual casi después de 60 años después del evento escribo estas líneas. En la mochila estaban dos cosas; una Biblia y un Camino A Cristo. Ávila había dejado a su paso por la Yucala dos piezas de literatura que cambiaron para siempre la vida de los García. José era analfabeto, Ofelia por su parte viniendo de una familia relativamente bien acomodada del municipio de Anapoima, Cundinamarca, sabía leer fluidamente.   Muy pronto José y sus hijos se sentaban en el piso de tierra, alrededor de Ofelia, a escuchar palabras de vida. En el corazón de José había esperanza y se vislumbraba en su espiritualidad incipiente, una relación estrecha con el creador del universo.

Destrucción, Exilio y Salvación

Pocos días después, unos vecinos llegaron a la casa avisando acerca de la intención de otros en la zona, de venir a quemar la casa, y asesinar a cualquier liberal que allí estuviese. Esa misma tarde el abuelo José y su camada, con ayuda de los vecinos enterraron algunas pertenencias y buscaron refugio en una cañada cercana a su rancho. Allí bajo una roca gigantesca la familia encontró salvación. La biblia relata en muchas oportunidades que Jesús es la roca de los siglos, quien se convierte en nuestro castillo y fortaleza. José pudo experimentar  la roca de la salvación literal y espiritualmente. Dios nunca les abandonó aunque estuvieran casi en la intemperie. Esa misma noche, la turba del mal vino a matar y a destruir. Desde la cañada, en una noche fría y atemorizante, los García escuchaban el crujir lejano de la madera y  veían en el horizonte llamas incesantes levantándose hacia el cielo.  Ni siquiera mi imaginación podría describir el sentimiento de unos padres que para entonces habían perdido todas sus pertenencias, y que con sus 5 hijos pequeños, tendrían que enfrentar la vida como nómadas. Los malvados se robaron las bestias, las pocas gallinas que habían, y cortaron a machete los vástagos de plátano que tuvieron a la mano. Un par de días después, la familia salió de la madriguera para evaluar la situación. Todo estaba quemado excepto uno de los postes de la sala. Allí en medio del carbón humeante, yacía colgada una mochila de cabuya intacta. Era lo único que había sobrevivido a las llamas. Una vez más Dios le revelaba a esta familia su incondicionalidad, que aunque no resolvía de manera inmediata los problemas que ellos enfrentaban, les daba un camino de esperanza hacia las cosas imperecederas del reino de Dios. La biblia que Dios protegió de entre las llamas se convirtió en la fuente de consuelo y esperanza para los García quienes optaron por salir de la finca hacia Rovira. Desde ese lugar Arnulfo y algunas de sus hermanas regresaban a la finca para abastecerse de plátano y yuca  para así vender en el pueblo. Al intentar recuperar las pertenencias enterradas, los García encontraron solo el hueco. Todo indicaba que los voluntariosos vecinos habían regresado a llevarse las cosas que habían sido enterradas.

Dios Salva a Arnulfo a través de un Hombre Desconocido

En uno de esos viajes Arnulfo fue detenido por la chulavita. Con las desapariciones y posterior ejecuciones a campesinos del lugar el destino de Arnulfo estaba sellado. Sin embargo, en medio del juicio improvisado al que él era sujeto y de las oraciones pías de una madre amorosa, un hombre apareció de la nada defendiendo a Arnulfo y argumentando que debían dejarlo en libertad, luego él decía  conocer al joven como alguien de bien. En medio del dilema, Arnulfo fue dejado en libertad gracias al testimonio de un hombre. De acuerdo al testimonio propio de Arnulfo, él nunca había visto a este hombre. Luego del evento, Arnulfo buscó al hombre para agradecerle pero este nunca más fue visto. Mi interpretación de este suceso es que Dios proveyó e intercedió a favor de Arnulfo.

En Camino hacia Tocaima, Cundinamarca

Los García habían pasado días tortuosos en su desplazamiento a Rovira, las condiciones de vivienda y la alimentación eran sorteadas al día a día. Por otra parte llegaban mensajes desde Tocaima, Cundinamarca. En ese lugar María Luisa García, hermana de José, les invitaba a moverse a esa localidad luego ella era propietaria de la Pensión Fortuna; un hotel de paso en la zona. Rosalba, Franci, y Arnulfo se fueron inicialmente para Tocaima, y posteriormente le siguieron Delfa, Adela y Alejandro. Este último relata una anécdota que refleja la compleja situación del momento. Por aquel entonces Alejandro tendría unos 5 años de edad, el señor Luis Posada conocido de la familia le regaló a él una monedita de 20 centavos la cual puso en su bolsillo. En uno de esos retenes de “los pájaros,” como apodaban a los conservadores del establecimiento, Alejandro dejó caer la monedita al suelo y por miedo a que le dispararan la dejó perder en el suelo. El trauma de un conflicto de esta magnitud hacía que hasta los niños pensaran que por recoger una moneda, por hablar muy duro, o mirar demasiado a la gente fueran victimados por quienes tenían el respaldo del estado. El instinto natural de ser niño e inocente era desvanecido por el saber de la maldad de los hombres.

Primera Visita a la Iglesia Adventista en Tocaima

Las cosas en Tocaima eran mucho más estables para los García pues todos fueron acomodados en una piecita de la Pensión Fortuna. Allí María Luisa se aseguraba que José y sus hijos tuviesen un techo y la comida diaria. José, Ofelia y los niños se reunían a cantar algunos de esos estribillos cristianos, a leer la Biblia y el Camino a Cristo que Pedro Ávila les heredó. En una oportunidad un hombre ebrio los escuchó y en medio de su arrebato les dijo que él conocía la iglesia verdadera. Les dijo que el día de reposo era el sábado y no el domingo y que él les podía guiar al lugar. Ese hombre era Leovigildo Huerta. Un sábado de mañana los García caminaron alrededor de 5 kilómetros a las afueras de Tocaima hasta llegar a una casa campestre en donde se reunían los Adventistas del Séptimo Día.  Allí en el patio, debajo de un árbol frondoso, y del trino de las aves, el Pastor Martin Rey predicaba la biblia a mediados de la década de 50s. El pastor Rey era oficialmente designado para atender la iglesia de Girardot y sus alrededores. Tiempo después José y su familia aceptaron la doctrina adventista y se bautizaron. Posteriormente el evangelio se extendió a María Luisa y otras personas que a través de José conocieron la doctrina.  Alejandro relata que para entonces ya tenía de 7 a 9 años de edad y se dedicaba a vender periódico en las calles de Tocaima. Pocos años después una tragedia familiar ocurrió. Rosalba, quien a testimonio familiar era la más linda de la casa y la segunda en nacer, murió de neumonía a tan solo 14 años de edad. Esto entristeció grandemente a la familia a pesar de que para la época el general Rojas Pinilla había unificado al país y la violencia ya había terminado.

De Regreso a La Aurora

Pasada la violencia, los García  regresaron a Rovira pero antes del evento Franci murió  a la edad de 14 años en Girardot a donde había sido llevada de urgencia, por culpa de un derrame cerebral. Franci falleció dos años después de la muerte de Rosalba. Hay que recordar el trauma de esta familia desplazada por la violencia y las consecuencias por cuenta de la escasa alimentación, falta de atención médica, y la depresión generada por el conflicto tuvo un impacto negativo en la familia completa.   Los García llegaron a su finca enmontada y destruida con el propósito de reconstruir el lugar. Seis 6 meses después casi muere Delfa.  Se dice que era tan agobiante la situación moral de la familia, que José sacó de la casa a Delfa en sus brazos suplicando a Dios que no se la llevara. Como lo confirma la historia familiar, Dios respondió recuperando a Delfa de una fiebre letal. Ya para José el concepto de la vida y la muerte eran diferentes, luego él creía que la muerte natural en este mundo no era más que un periodo temporal que se acabaría con el advenimiento de Cristo Jesús. La esperanza en la resurrección ampliamente explicada en la biblia les daba paz a José y su familia a pesar del dolor. Pasaron varios años de reconstrucción y trabajo arduo para los García quienes ya para entonces habían añadido a la lista dos hijos más; Adela y Gonzalo. Era común para los García ver los caballos robados que algún día les pertenecieron y saludar a aquellos mismos que algún día atentaron contra sus propiedades, su salud y su bienestar. Pero ellos nunca olvidaron la roca que les dio refugio, la roca que era Cristo Jesús quien siempre les dio su ayuda y les enseño el camino de verdad.  


Sunday, June 17, 2012

La Violencia 1948-1953


La Violencia es un período histórico de Colombia, comprendido entre 1948 y 1953. Se caracterizó por el enfrentamiento entre el Partido Liberal y el Partido Conservador, incluyendo asesinatos, agresiones, persecuciones, destrucción de la propiedad privada y terrorismo por el alineamiento político. Algunos autores sitúan este periodo hasta 1953. El detonador del enfrentamiento fue el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, candidato presidencial de los liberales, el 9 de abril de 1948; en respuesta a ese hecho ocurrió una serie de protestas y actos violentos a los que se conoce como Bogotazo. Wikipedia (2012) El relato del colombiano de provincia acerca de este conflicto sangriento y cruel, es muy diferente que el que un citadino de la época podría dar. La Biblioteca Virtual Luis Angel Arango explica que “La expresión de los conflictos bipartidistas, originados en el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, puede verse en el gráfico que ilustra esta página. En él se aprecian la intensificación y la merma cuantitativa de las masacres llevadas a cabo en el Tolima por policías, alcaldes militares y bandoleros liberales y conservadores, como producto de la extrema intolerancia y la polarización política. Su lectura nos permite apreciar los índices de violencia registrados en el Tolima durante los gobiernos de Ospina Pérez, Laureano Gómez, Urdaneta, Rojas Pinilla, la Junta Militar, Lleras Camargo y Valencia. La violencia rural que acompañó a los gobiernos conservadores del período de La Violencia tuvo características muy concretas. Durante el mandato de Ospina Pérez, los actores principales en las zonas rurales fueron los gaitanistas y la policía política del régimen. La contienda se inició con la sublevación de los partidarios de Gaitán -en Bogotá y en provincia- a raíz del asesinato de su líder en abril de 1948, y se manifestó en los ataques sistemáticos de hecho y de palabra de los liberales enfurecidos contra los conservadores, los símbolos y las propiedades de éstos. Para sofocar esta primera oleada de violencia es utilizada la policía "chulavita", reclutada a marchas forzadas en el norte de Boyacá por el gobierno de Ospina y desplazada a las zonas de conflicto. Los "chulavitas" inician, apoyados por algunos caciques y terratenientes laureanistas y conservadores de las diferentes localidades tolimenses, una guerra selectiva, soterrada y nocturna contra núcleos gaitanistas y liberales, introduciendo una serie de prácticas de hostigamiento y exterminio, como las masacres de población civil indefensa, el chantaje, las "aplanchadas" con la parte plana del machete, los mensajes anónimos y amenazantes y la incineración de ranchos y parcelas.  Esta persecución implacable contra los gaitanistas se traduce en pocas pero cruentas masacres de población liberal que tienen por escenario los municipios de Anzoátegui, Falan, Chaparral, Cunday y Rovira, todos ellos de mayorías liberales, con excepción de Anzoátegui, que presenta una distribución electoral paritaria entre los dos partidos. A raíz de lo anterior, en los últimos tres municipios se organizan núcleos de autodefensa integrados por campesinos que huyen al monte para salvar sus vidas. Estos grupos serán el embrión de las futuras guerrillas liberales del sur del Tolima, integradas por grupos familiares como los Loaiza, los Borja, los Vargas y los Cantillo, entre otros.
A comienzos de 1953 el país se encontraba en una situación política caótica: el partido conservador dividido en tres bandos, los jefes liberales en el exilio y la población rural enfrascada en una guerra bipartidista de exterminio. Ante ello, amplios sectores sociales veían en un gobierno militar la posibilidad de atajar el baño desangre, pues, para ese entonces, el Ejército era símbolo de neutralidad, en contraposición al extremo dogmatismo y compromiso político de la Policía.


Referencias:


 Luis Angel Rengifo. "Corte de franela". Aguafuerte de la serie 
"Violencia", 1963. Museo de Arte Moderno de Bogotá.